DOI: https://doi.org/10.29092/uacm.v22i57.1173


Destierro y memoria. Trayectorias de familias judías piemontesas


María Elena Figueroa Díaz*


López, L. (2024). Destierro y memoria. Trayectorias de familias judías piemontesas.

UAM-Xochimilco.



Destierro y memoria. Trayectorias de familias judías piemontesas es el resultado de una vasta y larga investigación, que involucró no sólo muchos años –y un enorme esfuerzo, paciente, exhaustivo– de trabajo de la autora, sino la recuperación de la labor de muchas otras personas que, antes o durante su investigación, indagaron, recopilaron, rememoraron y sistematizaron una buena cantidad de información sobre los andares, a través del tiempo, de las personas que pueblan esta historia. Además de esta labor colectiva, que refleja, en la hechura del libro, el espíritu de familia, de solidaridad, de una puesta en común, Liliana López Levi trabajó incansablemente en la revisión de archivos, documentos personales, cartas, biografías y autobiografías. Asimismo, hizo entrevistas, tuvo o presenció innumerables pláticas, y revisó una gran cantidad de literatura especializada en muchos temas, con el fin de tejer una historia que parte de Italia y se expande por otros continentes, en la que juegan un papel central el judaísmo –en tanto cultura y no en tanto cualquier otra cosa (religión, etnia, parentesco)–, el fascismo, la memoria, el destierro, el exilio, el racismo y la segregación. En el análisis de las condiciones que generan los desplazamientos y las identidades, las dimensiones del género y del territorio son también incorporadas.

Narrar las trayectorias de familias judías piemontesas, desde sus primeros asentamientos bien detectados (alrededor de finales del siglo XVIII, en la época de las reformas napoléonicas) hasta nuestros días, no es cosa menor. Mucho menos si advertimos que dichas familias, unidas de una u otra manera con muchas otras por el judaísmo, cuentan con orígenes que datan de épocas bíblicas, y que más específicamente (en términos de las fuentes con las que se cuentan), se remontan a los ghettos medievales y de la naciente modernidad renacentista. ¿Cómo narrar tantas décadas de experiencias, de sucesos, de puntos de inflexión, ubicados en siglos distintos? La autora, en tanto geógrafa, y con una clara vocación y pasión por la historia, entrelaza diversas escalas de tal suerte que logra tejer dimensiones de la existencia muy distintas: la vida cotidiana, los instantes modestos y luminosos, o a veces sombríos, de los personajes, integrantes de las familias a las que alude la obra, se vinculan con la historia en sentido amplio, con los sucesos sociales, políticos, económicos, culturales que jugaron un papel decisivo tanto a nivel local, como nacional, regional y mundial. Esos sucesos son el telón de fondo, pero también la escala macro, que se encuentra inserta en las vidas personales y familiares, y que impulsaron las transformaciones sufridas por ellas y ellos.

Una idea central en este libro es que las familias aquí narradas, ante el continuo despojo de sus territorios, de sus derechos, de su estatus de ciudadanos, a veces de sus trabajos y de sus profesiones, ante esa desarticulación sistemática, ese “no ser de ningún lugar”, tuvieron que generar anclas, ejes estables de pertenencia y de reconocimiento: algo que durara, que vinculara, que no se perdiera. Esto fue el sentido de familia (que construye un fuerte y sólido sentido de identidad) y el conocimiento como refugio (expresado en la ciencia, el arte, las humanidades, siempre con un sentido crítico y orientado al bien de los seres humanos). Estas dos vías constituyeron una manera de negarse a la fragmentación, a la dilución, al olvido; un modo de aferrarse a la búsqueda y al encuentro incesante, como una costumbre y como un ritual, con su constancia y su periodicidad, con su negativa a difuminarse, a terminarse.

Esta manera de perdurar, de conservarse en el ser, en el sentido dado por Spinoza, lejos de ser conservadora, fue una expresión de resistencia, un aferramiento a la vida, o más aún, a la existencia. Y justo por ello, porque estaba en juego la existencia –eso que es visible, detectable, que es activamente–, tan importante fue el verse en el otro: lograr el encuentro que es reconocimiento. De ahí que un pariente, o el integrante de una de estas muchas familias, por lejano que esté en la genealogía, en el tiempo o en el espacio, es otro que es como yo, como nosotros.

¿Qué es lo común a todas estas familias, más allá de su parentesco –cercano o lejano– o de su vínculo de amistad? Además de su pertenencia a la cultura judía (insisto), lo común fueron sus ideas liberales, su antifascismo, su sentido de pertenencia a un linaje, su vocación intelectual (aunque no todos o todas lo hayan sido). Lo intelectual no sólo como un conjunto de profesiones, sino como un modo de ser; un aproximarse al conocimiento como algo valioso, algo de lo cual enorgullecerse y heredar a las generaciones siguientes. Lo común es fuerte en estas familias, la preservación de la identidad, pero también la apertura a los nuevos contextos culturales de los muchos lugares donde fueron asentándose; ese juego dinámico de lo nuevo y lo antiguo, de lo propio y de lo ajeno, de la asimilación e integración hasta cierto punto parcial, pero cierta, está también presente, sobre todo en las generaciones del exilio a América.

Este libro es muchos libros. Se puede leer en varios sentidos. Por ejemplo, poniendo atención a unos aspectos determinados, asumiendo hilos conductores como figuras sobre el fondo, o bien dejarse llevar por una narrativa general, clara a la vez que abigarrada, que nos conduce, a través de las vicisitudes, la cotidianidad, las ilusiones, los temores, los dolores y las pérdidas, las alegrías y los logros, de familias entrelazadas por, y más allá, del parentesco.

Sin pretender ser exhaustiva, algunas líneas de lectura y de reflexión de este libro son las siguientes. Primero, el destierro como exclusión, y todas sus expresiones posibles (éxodo, expulsión, diáspora, exilio); ligado a ello, la segregación y la migración forzada, nunca fácil, ni en los mejores momentos; los desplazamientos y la continua adaptación a nuevos entornos (en concreto, países, con su propia cultura). Segundo, la memoria como rescate y resignificación de lo acontecido y como bagaje de sentido para el futuro. Tercero, la compleja y difícil relación con el Estado (con los estados nacionales que, ora les daban derechos y los respetaban, ora los expulsaban o, peor, los aniquilaban); en ese sentido, también, la traición de la patria a la que pertenecían. Cuarto, el antifascismo como un movimiento fundamental en la liberación de Italia, y el desarrollo de ideales liberales y propiamente modernos. Ese antifascismo se liga con la constante oscilación entre respeto e intolerancia, que generaron siempre incertidumbre; esta oscilación va desde la liberación y la dotación de derechos civiles en tiempos de Napoleón Bonaparte, hasta las leyes raciales y la Shoah. Quinto, el despliegue de las posibilidades (nunca en sentido lineal y ascendente, hay que decirlo) de desarrollo pleno de las mujeres, y junto con ello, la constatación de las primeras mujeres que no sólo estudiaron, sino que destacaron en el mundo de la ciencia y de las artes. En este sentido, el libro narra historias entrañables de mujeres que, contra viento y marea, educaron a sus hijos, se educaron ellas mismas, sacrificaron cosas vitales para estudiar, abrazaron con fuerza y vehemencia sus carreras, y triunfaron.

Si bien el libro trata sobre una porción concreta de la humanidad, con características muy particulares, preservadas a través del tiempo, toca en muchos momentos lo universal del ser humano: lo que nos constituye, lo que nos hace vivir y luchar; lo que nos engrandece y lo que nos disminuye; lo que nos hace propiamente humanos (la dignidad, el amor, el perdón, la ayuda al otro, el conocimiento, la verdad, los valores éticos). Los y las integrantes de las familias Levi, Jona, Pugliese, Olivetti, Foa, Momigliano, Lattes, Segre, Montalcini, Lombroso, Debenedetti, Sacerdote, Ottolenghi, Todros, Artom, Avigdor, Bonfante, Rossi, Ferrero, Carrara, Lustig, Bachi, y otros más, se nos muestran, con mayor o menor claridad; aparecen ante nuestros ojos como personas comunes y extraordinarias a la vez, con sueños, ilusiones, alegrías, problemas, decisiones tomadas, tristezas y duelos. Y nos muestran, cada uno de ellos, que una vida no es única y aislada, sino que se mezcla con otras, que cada quien es gracias a los otros. Y este hecho se desplaza no sólo en el espacio, sino en el tiempo: la memoria de los demás, el recordar, el saber de los otros, lo que los otros han dejado o legado, da sentido a la vida.

Destierro y memoria. Trayectorias de familias judías piemontesas es un reconocimiento a los ancestros, a los linajes de pertenencia; también es una revaloración del sentido profundo de la familia, que se extiende y se amplía cada vez más, incluyendo a quienes no son parientes, para generar una comunidad plena de sentido. La obra nos habla, a quienes no somos judíos, ni italianos, de algo que también nos toca: de la necesidad de querer, de amar y de pertenecer, de buscar y de encontrar pautas de sentido (sobre todo cuando los referentes han desparecido o nos han sido despojados), de aferrarse a la vida a pesar de las adversidades, del valor de la gratitud, de la lealtad, del apoyo, de la educación, de la toma de postura crítica. Asimismo, es una lección acerca de cuándo preservar tradiciones, y cuándo romper reglas. Cuando acatar y cuándo emanciparse. Más aún, de qué manera es necesario, a veces y para algunos en particular, adaptarse una y otra vez, una y otra vez, porque nada hay seguro, porque todo puede cambiar de repente.

Se trata, en ese sentido, de un libro de historia cultural, un libro sobre imaginarios y sobre cómo éstos inciden en la vida real; a la vez, es una saga intimista, a ratos enternecedora, a ratos sombría y terrible, de trayectorias que partieron de pequeños poblados cercanos a Torino, Italia, y que de ahí se fueron desplazando, primero a otras ciudades de Italia y de Europa; después, a varios países de América.

Termino este texto con la afirmación de que este libro es hermoso e intenso; da voz a quienes ya no pueden hablar; retoma voces que acompañaron a la autora en esta travesía (y, con ello, las honra). Es un testimonio valioso no sólo para los descendientes de estas familias, sino para cualquier lector que se abra a sus palabras, y que esté atento al juego del sí mismo y del otro, que es la vida misma.



DOI: https://doi.org/10.29092/uacm.v22i57.1173


* Profesora investigadora del Departamento de Política y Cultura de la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Xochimilco. Docente de la Licenciatura y la Maestría en Geografía de la UNAM, México. Correo electrónico: mfigueroad@correo.xoc.uam.mx

Volumen 22, número 57, enero-abril de 2025, pp. 543-547
ISSN versión electrónica: 2594-1917
ISSN versión impresa: 1870-0063