DOI: https://doi.org/10.29092/uacm.v21i54.1079
Historia de la huelga estudiantil de la UNAM (1999-2000)
José Arreola*
Gutiérrez, V. (Coord.). (2023). Historia de la huelga estudiantil de la UNAM (1999-2000). Historia, memoria y testimonios.
México: INEHRM, versión electrónica.
Historia de la huelga estudiantil de la UNAM (1999-2000). Historia, memoria y testimonios es un volumen en el que a lo largo de sus 374 páginas se encuentran distintas valoraciones con respecto al que es el movimiento estudiantil más largo y polémico surgido en la máxima casa de estudios de México. El libro contiene una introducción a cargo Víctor Iván Gutiérrez, así como tres secciones: Antecedentes y contexto de la huelga estudiantil, Un movimiento popular, plebeyo y antineoliberal y Actores, sujetos y testimonios de la huelga. Cuenta también con un apartado de semblanzas de los autores que muestran su vinculación con el movimiento y sus preocupaciones teóricas e interpretativas alrededor de él.
El libro es resultado, según se anota en la introducción, de un par de coloquios organizados por el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) y las facultades de Economía y de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) entre los años 2019 y 2020. Este dato resulta llamativo porque, por una parte, revela una preocupación por conmemorar analíticamente, mediante el trabajo de una institución tan importante como el INEHRM, el vigésimo aniversario de la huelga como un suceso histórico significativo; por otra parte, es reflejo de una labor colectiva sostenida a lo largo de casi cuatro años, especialmente si se piensa en las dificultades originadas debido a la pandemia del Covid-19.
La primera sección contiene cuatro trabajos, el primero es autoría de Hugo Aboites, “Sin la raza, ¿cómo hablará el espíritu? Contexto y demandas del Consejo General de Huelga (1999-2000)”. Es un texto ampliamente documentado que muestra los efectos del neoliberalismo en la educación del país. Analiza cómo los tratados comerciales con Estados Unidos sumieron a México en una profunda dependencia que impuso las ideas de “eficiencia” y “calidad” educativas cambiando así radicalmente la noción de la educación superior (p. 29). Para entender la irrupción de los estudiantes de 1999, el autor realiza un recuento de movilizaciones que antecedieron la huelga y de las cuales los huelguistas retomaron aprendizajes. El análisis de Aboites es valioso porque examina el discurso y las acciones de las autoridades gubernamentales y universitarias del momento que desestimaron la consciencia estudiantil y pensaron que no había condiciones para que los estudiantes se movilizaran, organizaran y declararan “una huelga de tales magnitudes” (p. 50). Asimismo, el académico enfatiza “el carácter anticipatorio” (p. 60) de las demandas del Consejo General de Huelga (CGH) pues, desde su perspectiva, el organismo estudiantil se adelantó a las exigencias de una educación superior pública, gratuita y de calidad enarboladas por movimientos estudiantiles posteriores.
El segundo texto, a cargo de Cecilia Peraza Sanginés y Juan Manuel Hermosillo, “El movimiento estudiantil de 1999 en la Universidad Nacional Autónoma de México como expresión de rechazo a la educación neoliberal”, destaca el aspecto de la colectividad y la discusión política central del CGH, es decir, el cuestionamiento del neoliberalismo y sus mecanismos de aplicación en la educación pública. Para los autores, la huelga estuvo enraizada en las asambleas de base “a partir a partir de profundos y largos debates que llevaban a jornadas de formación política” (p. 80). Este elemento no es menor si se piensa que desde el discurso del poder se ha pretendido arrebatarle al CGH el carácter de discusión y formación política e intelectual que desarrolló para sostener un fuerte “proceso de resistencia a la adopción de políticas neoliberales” (p. 82).
Del trabajo de Gabriela Estrada, “Participación social en constante movimiento: el caso del movimiento estudiantil de 1999 en la UNAM”, resalta la idea de genuinidad y compromiso de los estudiantes con “las generaciones posteriores” (p. 93) y sobresale el planteamiento de que el CGH se convirtió en “la voz con la que se hicieron escuchar todos aquellos que pensaban que el contexto social debía mejorar para el grueso de la población” (p. 103). En ese sentido, para la autora el principal triunfo del movimiento fue “contener la tendencia privatizadora de la educación pública” (p. 104).
El último artículo de la sección es el de Luis Genaro Molina, “La importancia de la Huelga del CGH 1999-2000. Las cuotas en la UNAM”. El texto es un pormenorizado y bien documentado recuento de las políticas privatizadoras sufridas en México y su implementación en la UNAM durante las administraciones de Jorge Carpizo y José Sarukhán que antecedieron a la de Francisco Barnés de Castro. Uno de los aportes más significativos del autor es mostrar cómo las políticas neoliberales impuestas en la Universidad no fueron sino fruto de las “recomendaciones” de los organismos internacionales (p. 121). El texto resulta de especial utilidad por el manejo certero de datos que permiten comprender la trascendencia del pliego petitorio del CGH, sobre todo en relación con la gratuidad y el límite de permanencia de los estudiantes. Según Molina, los estudiantes considerados pobres siguen siendo mayoría en la Universidad y por ello es importante cuestionarse “qué habría pasado con este sector social si el proyecto de las cuotas se hubiera mantenido” (p. 127). Bien vale la pena anotar uno de los datos más relevantes: entre 1999 y 2019 más de 1 millón 600 mil estudiantes fueron beneficiados por la gratuidad (p. 135). El autor concluye que la importancia del CGH reside en que la UNAM no volvió a ser la misma y logró frenar el proyecto elitista, clasista y excluyente que representaba el Reglamento General de Pagos (RGP).
La segunda sección está integrada por cuatro artículos e inicia con “La huelga de 1999-2000”, de Javier Fernández. El autor ofrece una radiografía política de las distintas posiciones ideológicas y los sectores sociales involucrados en el conflicto. Caracteriza a la huelga como una huelga “de los de abajo de nuestra universidad” (p. 144, las cursivas son del autor) y pone énfasis en su carácter masivo y su incesante ánimo de discusión. Asimismo, brinda una pintura de la vida cotidiana de los huelguistas en la que las asambleas cumplían un papel fundamental en el crecimiento ideológico de los participantes y “donde las posiciones se argumentaban y debatían a fondo” (p. 144). A decir de Fernández, otro elemento vital del movimiento fueron las brigadas que permitieron una discusión con la población de manera directa, “se trataba de entablar breves pero numerosos diálogos con la población en los vagones del Metro, y pequeñas asambleas de información en estaciones clave” (p. 145). En esa perspectiva, las marchas constituyeron otro componente indispensable “quizás lo más relevantes de ellas era no sólo su masividad, sino su frescura, la alegría y la combatividad de los contingentes” (p. 146). El autor resume los elementos sustanciales del movimiento estudiantil así: “Las asambleas –con el CGH acompañándolas– eran el centro, el corazón y el cerebro de la huelga. Las marchas, sus pulmones. Los brigadistas, su sostén, su esqueleto. Y la propaganda su sangre” (p. 146). Después realiza una disección de las tres grandes corrientes de pensamiento que debatieron al interior del CGH, brindando un panorama crítico según el actuar de cada una.
El segundo artículo es el de Mario Benítez, “Cuando la UNAM se pintó de rojo y negro”. De inicio, el texto es un extenso y pormenorizado balance de las batallas previas a la lucha del CGH. Cuestiona el accionar del Consejo Estudiantil Universitario (CEU) al considerar que en 1987 los dirigentes de dicho organismo, de espaldas a la comunidad estudiantil movilizada, pactaron un “triunfo histórico” con las autoridades que solamente significó una “suspensión temporal” de las intenciones privatizadoras contra la Universidad (p. 163). Este análisis sirve al autor para contrastar, a través de una pluma mordaz, tanto el desarrollo como los logros del CEU y del CGH y permite visualizar qué sectores sociales, dentro y fuera de la UNAM, respaldaron al primero mientras fustigaron al segundo. Desde el punto de vista de Benítez, el CGH tuvo en claro que el objetivo central de su movilización era derrotar la intentona privatizadora y no posponerla y había que vencer “para los que venían detrás” (p. 181). Para él, un componente trascendental en la pelea del CGH fue “emplear la firmeza como arma de lucha” (p. 181) y ello le permitió resistir las diferentes embestidas gubernamentales y aglutinar a la población a su alrededor. En ese sentido, el autor concluye que “La victoria de la huelga está en su historia y en sus enseñanzas. El trofeo está en cada estudiante que entra a la UNAM con sólo pagar 20 simbólicos centavos” (p. 204).
El tercer texto de la sección, “La H de la huelga”, es autoría de Luis Hernández Navarro. Con una prosa amena, señala que la verdadera “ultra” –adjetivo empleado con especial entusiasmo por parte de los medios de comunicación contra los huelguistas– fueron las autoridades universitarias y los funcionarios del gobierno en turno que no cesaron en su intento por privatizar la Universidad. Además, caracteriza al movimiento del CGH como novedoso y radical, destaca la desconfianza a los dirigentes, la exigencia del diálogo público, “el recelo hacia la prensa”, las comisiones amplias y la rotación de voceros (p. 214). Para Hernández Navarro, los jóvenes cegeacheros “Anunciaron el regreso de la lucha de clases sobre la lucha ciudadana” (p. 224).
La última aportación de la sección es de José Enrique González Ruiz con “La huelga que frenó al neoliberalismo”. Su texto parte de las condiciones sociales y económicas actuales del país y la importancia de la huelga de 1999 para que la UNAM continuara abierta. Desde su punto de vista, a pesar de la serie de ataques en su contra, los estudiantes resultaron triunfantes y ese triunfo fue posible porque comprendieron la complejidad de su momento histórico y se jugaron su futuro profesional y algo más en aras de una causa justa (p. 257).
La sección final inicia con el trabajo de Magdalena Galindo, “Una huelga plebeya”. El sucinto y sustancioso texto caracteriza a la huelga como un movimiento “anómalo” en el sentido de su novedad y de los actores a los que tuvo que enfrentar (p. 261). Para la autora, el triunfo de los estudiantes fue innegable, sin embargo, pagó un costo alto por la represión sufrida y la campaña de desprestigio en su contra (p. 268).
El segundo artículo, “Lo que nos dolía es que no nos tomarán en cuenta como camaradas. Mujeres repensando su participación en la huelga a la luz del presente feminista”, está a cargo de Marcela Meneses y Diana Fuentes. Las autoras reflexionan en torno al cuestionamiento de lo que significó ser mujeres en la huelga; para ello dan cuenta de una serie de testimonios de participantes en el movimiento. De ese modo, señalan que las tareas de las mujeres no sólo fueron las de cuidado, sino también aquellas de liderazgo, discusión y participación en las asambleas y otros espacios de decisión (p. 278). No obstante, observan una necesidad imperiosa de analizar las contradicciones y ambivalencias dentro del movimiento en relación con el papel de las mujeres (p. 282). Vale la pena señalar que el espíritu crítico del texto jamás pierde de vista la importancia histórica del CGH y pone ésta en primer plano ante el intento sostenido de borrarlo de la memoria colectiva por parte de las autoridades universitarias.
El tercer texto, “La gestación de la huelga del CGH”, es autoría de Alberto Pacheco Guízar. Para él, la huelga surgió en un momento clave en el que privaba la deserción de la lucha y el abandono de ideales de igualdad y solidaridad y existía “desencanto entre las filas de los revolucionarios” (p. 301). Desde su perspectiva, el CGH encabezó una revuelta nunca vista, una huelga impactante, rebelde y profunda que fue capaz de “romper con las élites” (p. 304).
El cuarto artículo de la sección es “Elementos indispensables de análisis con énfasis en la intervención del Partido de la Revolución Democrática en la huelga: debacle política del cambio de estrategia de la izquierda mexicana”, de Ernesto Armada. El autor considera que el movimiento fue un punto de quiebre en lo que a organización estudiantil se refiere pues asumió en la práctica “una idea más radical de democracia” (p. 316) y señala que la batalla del CGH no se circunscribió a una lucha contra la burocracia universitaria, sino que implicó una pelea “contra el Estado en su conjunto” (p. 325). En ese sentido, destaca los múltiples ataques de los que, desde las cúpulas del poder, el CGH fue blanco. A decir del autor, los medios de comunicación “mostraron que los dueños del dinero, del capital, son los dueños de los periódicos y de las televisoras, y cerraron filas con los intereses del capital. Todos contra la huelga” (p. 328). Asimismo, Armada examina el proceso de descomposición política ocurrido en las posiciones que se agruparon en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el papel desempeñado a lo largo de todo el movimiento; el CGH, señala, logró conquistas que fueron obtenidas “al margen y a contrapelo de la estrategia del PRD” (p. 348).
El último texto de la sección, y por lo tanto del libro, es “Las mujeres en la educación y en los movimientos sociales. Un testimonio de la participación femenina durante la huelga estudiantil de la UNAM en 1999”, de Edna López Sáenz. El artículo parte del testimonio personal de la autora e inicia con un breve recorrido sobre el movimiento del CEU y de las movilizaciones magisteriales de 1989. Con ello, deja en claro la importancia de la participación femenina en ambos casos y da paso a relatar su militancia en la huelga en la que como mujer “me enfrenté a la discriminación y al escarnio en las asambleas” (p. 360). Para la autora el principal objetivo de su análisis es contribuir a que errores como esos no se cometan, de ahí la importancia de una memoria no romantizada (p. 361).
En conjunto, el libro es una suerte de asamblea escrita en la que conviven múltiples voces y perspectivas de cómo se desarrolló la huelga de 1999. El volumen resulta, en aras del análisis de un movimiento altamente silenciado desde el Estado, de gran utilidad para quienes investigan sobre las movilizaciones sociales y estudiantiles contemporáneas. Si bien los recuentos sobre los momentos anteriores a la huelga llegan a ser reiterativos, lo cierto es que sitúan al lector en el contexto preliminar para entender de mucho mejor forma los alcances y las limitaciones del CGH. Además, es significativo que el INEHRM ponga en su radar una movilización estudiantil tan compleja como amplia en posibilidades de interpretación, pero partiendo de un elemento, a la luz de la historia, insoslayable: la huelga del CGH, matices más, matices menos, resultó triunfante. En ese sentido, leer a varios de quienes protagonizaron aquella lucha es enriquecedor porque muestra un ánimo de reflexión y autocrítica constantes de un movimiento que merece ser estudiado por su trascendencia en la historia del país en general y de la UNAM en particular.
DOI: https://doi.org/10.29092/uacm.v21i54.1079
* Profesor de asignatura en el Tecnológico Universitario del Valle de Chalco (TUVCH) y de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Correo electrónico: grafdar@gmail.com
Volumen 21, número 54, enero-abril de 2024, pp. 517-523
ISSN versión electrónica: 2594-1917
ISSN versión impresa: 1870-0063