DOI: https://doi.org/10.29092/uacm.v21i55.1089


La verdad real en Ignacio Ellacuría: desde la inteligencia sentiente a la realidad histórica


Randall Carrera Umaña*

Resumen. En esta investigación defendemos la tesis de que el proyecto de filosofía de la liberación de Ignacio Ellacuría no representa una ruptura con las tesis metafísicas de su maestro Xavier Zubiri. Desde nuestra perspectiva, este aspecto es evidente en la categoría de la verdad real. Por ello planteamos un abordaje de esta noción en el pensamiento de Ellacuría en dos momentos. En un primer momento analizamos la recepción de la verdad real en Ellacuría, enfatizando aspectos como su vínculo con la impresión de realidad, su dimensión histórica y papel configurador de la realidad humana. En un segundo momento demostramos como en el contexto de la realidad histórica la verdad se relaciona directamente con la fundamentalidad, el discernimiento y la función liberadora de la filosofía. Finalizamos con la elucidación de algunas conclusiones sobre esta temática.

Palabras clave. Ignacio Ellacuría; Xavier Zubiri; realidad histórica; verdad real; fundamentalidad.

The real truth in Ignacio Ellacuría: from sentient intelligence to historical reality

Abstract. In this research we defend the thesis that Ignacio Ellacuría’s project of philosophy of liberation does not represent a rupture with the metaphysical theses of his teacher Xavier Zubiri. From our perspective, this aspect is particularly evident in the category of real truth. Therefore, we propose an approach to this category in Ellacuría’s thought in two moments. First, we analyze the reception of real truth in Ellacuría, emphasizing aspects such as its link with the impression of reality, its historical dimension and its role in shaping human reality. In a second moment we demonstrate how in the context of historical reality this notion is directly related to the fundamentality, discernment and liberating function of philosophy. We end with the elucidation of some conclusions on this subject.

Key words. Ignacio Ellacuria; Xavier Zubiri; historical reality; real truth; fundamentality.

1. Introducción

En el pensamiento de Ignacio Ellacuría el tema de la verdad es de suma importancia, debido a que cumple un papel fundamental en la construcción de su proyecto filosófico, se trata de una categoría clave para comprender los fundamentos de su propuesta liberadora. Desde nuestra perspectiva, el Rector de la UCA, plantea una noción de verdad completamente original, sustentada en la experiencia, pero elaborada a partir de los fundamentos de la metafísica zubiriana, especialmente desde el nivel más radical y primario ofrecido por la aprehensión primordial de realidad.

Recordemos que para Zubiri, en la actualización realizada en la aprehensión, la verdad le pertenece a la cosa real, por lo que la realidad cumple una función fundamentante, pero sin ser fundamento de ella, ya que no se agota en ser inteligida. Permitiéndonos comprender que en su actualización la cosa real funda la verdad, actualizándose como fundamento porque ya era realidad propia independientemente de la intelección, donde el momento de realidad se presenta como un prius, respecto del momento de actualidad intelectiva. Por lo que en cuanto inteligida es realidad verdadera y su verdad se concibe como verdad real (Zubiri, 1962).

Esta idea de verdad real fundamentada en la aprehensión acompaña a Ellacuría en las diversas etapas de su pensamiento, tomando una fisonomía particular en su último estadio intelectual, abocado a la construcción de un proyecto filosófico, en íntima relación con la situación de dependencia y marginación experimentada en América Latina.

Para comprender su importancia, proponemos una investigación estructurada en dos momentos. El primero se aboca a explicitar la verdad real en el contexto de la inteligencia sentiente, a partir del análisis de los textos en los que Ellacuría estudia la noción zubiriana de verdad, se trata de reflexiones en las que no solamente encontramos una sistematización de los postulados de Zubiri, sino que de manera tanto implícita, como explícita, podemos visualizar los elementos a partir de los cuales Ellacuría va a construir su propia línea de pensamiento. El segundo, en íntima relación con la anterior, presentamos la verdad real en el marco de la realidad histórica, como referente epistemológico para comprender el abordaje que Ellacuría hace de esta categoría en su filosofía madura.

2. Verdad real e inteligencia sentiente1

En esta primera parte realizamos un recorrido por los textos en los que Ellacuría analiza la noción de verdad real de Zubiri. Este abordaje se encuentra estructurado en tres apartados concretos, el primero se construye en torno a la verdad real y su relación directa con la impresión de realidad, siendo Sobre la esencia la principal fuente de la interpretación ellacuriana. Mientras que el segundo y el tercero se orientan hacia elementos presentes en el curso dictado por Zubiri en 1966 titulado El hombre y la verdad. En ellos se hace alusión primeramente a la dimensión histórica de la verdad, para luego profundizar en el apoderamiento de la verdad en las estructuras humanas por parte de la verdad.

2.1. Verdad real e impresión de realidad

Ellacuría comprende plenamente que a Zubiri no le interesa realizar una teoría del conocimiento, sino de la inteligencia, pues la filosofía primera debe, por fuerza, abocarse al estudio de la relación entre inteligencia y realidad, permitiendo que una nueva idea de realidad conlleve una nueva visión de inteligencia y viceversa. Esta relación se basa en la forma en que se presentan las cosas en el enfrentamiento intelectivo (Zubiri, 1962, p. 389).2

Estos presupuestos nos llevan a comprender la unidad existente entre la realidad dada en la aprehensión y la verdad, donde ambas se encuentran unidas formalmente en la actualización. Se trata entonces de la reactualización de la cosa real en la inteligencia, la cual remite y retiene en la realidad, como un forzoso acto de no salir de ella, dejando que la cosa entregue su carácter formal de realidad.

Por lo tanto, la verdad real, siendo de la realidad en la inteligencia, es inicial y radicalmente de la cosa real, ya que la realidad inteligida, mantiene reduplicativamente su carácter de realidad, de modo que sin realidad no habría verdad real, no habría siquiera ni inteligir ni inteligencia.

Según Ellacuría esta visión rompe con la interpretación clásica, en la que la verdad se concebía como la adecuación del entendimiento a las cosas, ya que alude a la ratificación de lo real en la intelección, pues son las cosas las que imponen su verdad. En la intelección no hay salida o apartamiento de la realidad, sino ratificación en y por sí misma de la cosa real en su realidad. En esta línea afirma que,


Al hilo de la verdad real, toda realidad presenta tres dimensiones estructurales, que Zubiri denomina riqueza, solidez y estar siendo, toda realidad tiene una intrínseca contextura dimensional, pues no sólo esta mesurada, sino que lo está contextualmente, ya que cada dimensión no es independiente de las otras dos, sino que es lo que es en función de ellas. Como las dimensiones expresan lo que es la realidad, su necesaria implicación expresa el carácter estructural de esta realidad. (Ellacuría, 2007a, p. 461)


De esta manera, la verdad real se concibe como el leitmotiv de toda investigación filosófica, pues permite ubicarse en el verdadero comienzo e indica el camino a seguir en el descubrimiento de la estructura de la realidad. En otros términos, es la verdad real la que proclama la principialidad de la realidad (Ellacuría, 2007c).

La ratificación de la realidad propia de la verdad real debe entenderse en el contexto de la apertura inespecífica que posee el animal de realidades por ser una esencia abierta, la cual alumbra en el hombre múltiples posibilidades. Para Ellacuría esto permite comprender que desde la verdad real el hombre avanza a tientas ante lo que le ofrece la realidad, donde lo que le interesa es agitar la realidad, desenterrando sus tesoros, tomando la intelección como una aventura en la que busca a qué afianzarse con firmeza.

Desde esta perspectiva, el hombre “corre tras lo firme como verdadero; lo demás, por más rico que sea, no pasa de ser para él simulacro de realidad y verdad” (Ellacuría, 2007b, p. 99).

Esta idea de búsqueda, donde la verdad se muestra como inexorable en sus diversas dimensiones, es de vital importancia para comprender la historicidad de la verdad, tal como detallamos continuación.

2.2. Dimensión histórica de la verdad

Zubiri, en su curso El hombre y la verdad, presenta un desarrollo de la verdad en el que asume las tesis planteadas en Sobre la esencia, para luego dar el paso a desarrollos de orden antropológico, íntimamente ligados a esta categoría. Se trata de un insumo de gran importancia, en el que Zubiri anticipa elementos que luego serán profundizados en su trilogía sobre la inteligencia, tales como la verdad como encuentro y cumplimiento. Elementos que son asimilados plenamente por Ellacuría y que posteriormente incidirán en sus tesis liberadoras.3

Para comprender esta idea es necesario partir del presupuesto de que Zubiri plantea una visión abierta de la verdad, dado que desde su perspectiva el hombre posee la razón “pero la tiene inexorablemente, porque tiene una inteligencia sentiente que en su primario y mero acto de inteligir le abre al hombre la dimensión entera de la realidad y le lleva inexorablemente, a una búsqueda dentro de ella” (Zubiri, 2006, p. 67-68). Se trata entonces de una verdad que se ubica en el orden trascendental, pues la verdad real dada por las cosas es constitutivamente abierta, colocando a la intelección humana en un ir hacia, en un constante tanteo, que la lleva a trazar un camino hacia la estructura de las cosas a través de sus diversas manifestaciones. Dejando al hombre abierto al descubrimiento de otras posibles verdades que se alojarán en la anterior, se trata pues de una verdad que se da en el encuentro con las cosas.

Para Ellacuría esta apertura de la verdad real como fundamento de la razón es vital para comprender correctamente la intelección humana, por ello enfatiza la necesidad de asimilar primero el carácter primario del acto intelectivo, para luego adentrarse en sus posteriores modulaciones. Se refiere a “la verdad primaria y radical como reactualización de la realidad primaria de las cosas en el acto intelectivo primario: la verdad real en la inteligencia, pero de las cosas: realidad en verdad de la cosa que es así efectivamente, da confianza y hace patente” (Ellacuría, 2006a, p. 168).

Desde esta tesis, propia de la verdad real, Ellacuría visualiza el elemento de búsqueda planteado por Zubiri, el cual se realiza a partir de la impresión de realidad, permitiendo una verdad abierta y trascendental, que otorga libertad de movimiento, donde “la intelección sentiente es el fundamento de la intelección inquirente, de la razón” (Ellacuría, 2006a, p. 169).

Ellacuría asume el ir hacia de la intelección como un esfuerzo por alcanzar un camino en tanteo, una actualización de la realidad en razón, que no es solamente actualización, sino encuentro entre la razón del individuo y las cosas que le dan la razón. En este sentido, la situación del hombre no consiste solo en tener que inteligir las cosas como reactualización en la inteligencia, sino que tiene que comprender la estructura de las cosas reales.

A causa de que “si la verdad que conquistamos, por la primera intelección, es la verdad real, la verdad que logramos por la vía de la comprensión racional de las cosas es una verdad de tipo distinto, es la verdad de la razón” (Ellacuría, 2006b, p. 193).

Pues gracias a la intelección sentiente, la impresión de realidad trasciende el contenido para colocarse allende a éste y poder inteligir con libertad de movimiento. Por lo que la inteligencia se encuentra inexorablemente en un proceso de búsqueda, abriéndose camino desde lo inmediatamente dado hacia la estructura misma de las cosas, por medio de un tanteo en clara tensión dinámica.

Ante esta situación de orden real “la razón es incoativamente abierta, porque la verdad aprehendida por la inteligencia en su primer acto de inteligir es una verdad sentientemente trascendental” (Ellacuría, 2006b, p. 184). Este proceso de abrirse camino implica un método, el cual será de vital importancia en pensamiento de Ellacuría.

Dicho método consiste en la construcción de un esbozo, que permita el encuentro con la estructura de las cosas, luego la inteligencia ha de interponer entre ella y las cosas un sistema de posibilidades. De esta manera “por la inteligencia sentiente estoy abierto a la realidad y con esta apertura se me dan las posibilidades, pero estoy abierto sentientemente, impresivamente, y este modo de mi apertura es que me pone en un hacia, me proyecta más allá” (Ellacuría, 2007d, p. 263). Este esbozo de posibilidades permite la marcha de la inteligencia convertida en razón, donde su cumplimiento con la realidad es dado por las cosas mismas.

En consecuencia, son éstas las que dan o quitan la razón al ratificar o negar las posibilidades esbozadas, ya que, según Ellacuría, al incluir unas posibilidades deja otras por fuera, pues abre los ojos para ciertos aspectos de la realidad, pero los oculta para otros. Por tanto, este esbozo intelectivo es histórico, al darse el cumplimiento de una posibilidad elegida por el hombre y trazada de antemano en su esbozo.

Esta es la esencia de la dimensión histórica de la verdad, pues tal como lo afirma el mismo Zubiri (2006), no se trata de una conformidad con la cosa, sino de cumplimiento en la cosa, a partir no de un hecho, sino de un suceso, donde el cumplimiento es estrictamente histórico.

2.3. La configuración del hombre por la verdad

Además de lo citado anteriormente, Ellacuría analiza las estructuras en las que la verdad, cuyo abordaje es planteado por Zubiri en dos ámbitos concretos: desde los actos humanos y desde la afectación que la verdad realiza en el hombre, tal como procedemos a detallar.

En un primer momento, desde lo relativo a los actos humanos, Ellacuría afirma que la verdad hace del hombre un sujeto dotado de reflexividad y subjetividad. Esto significa que el hombre es su propia realidad, por lo que debe comprenderse como el punto de referencia de toda otra realidad y centro de orientaciones y vivencias. Según Ellacuría, “la verdad real es lo que hace posible la diferencia entre sujeto humano y las demás cosas” (Ellacuría, 2006b, p. 174), por lo que el hombre es sujeto gracias a su inteligencia sentiente.

Además, de ser sujeto está dotado también de reflexividad, aspecto que va más allá de la conciencia, pues la inteligencia por ser sentiente se encuentra lanzada hacia sí misma. De esta manera “el hombre posee una conciencia refleja porque está primariamente lanzado hacia sí mismo en todo acto de aprehensión intelectiva de la realidad” (Ellacuría, 2006b, p. 187).

Finalmente, desde sus actos el hombre, como sujeto reflexivo es también subjetivo, pues siente la intelección como suya, no solamente como un acto, sino en tanto al carácter de verdad que dicho acto posee, pues es la verdad y razón del hombre la que posibilita el encuentro con las cosas. En otras palabras, “el esbozo es mío y la verdad es mía por más que sea la verdad real la que nos arrastre si y hace de nosotros un sujeto reflexivo y subjetivo” (Ellacuría, 2006b, p. 187).

En un segundo momento, desde la afectación de la verdad, Ellacuría destaca su incidencia en tres estructuras humanas claves: la instalación, la configuración y la posibilitación. Para comprender estas afectaciones necesario introducir dos elementos esenciales de la verdad, su publicidad y su poder. Con el carácter público Ellacuría se refiere a la capacidad de la verdad de ser inteligida por muchos y ser un lugar de encuentro para individuos vertidos entre sí por su pertenencia a un phylum concreto (Ellacuría, 2006a). Aspecto que significa que “la verdad es últimamente pública porque es real” (Ellacuría, 2007d, p. 273).

Esta publicidad permite que la verdad sea pública y que adopte la condición de poder sobre el hombre. De esta manera, el hombre es apoderado tanto en su dimensión individual como colectiva por la verdad, decantando en él momentos experienciales que configuran al hombre en las tres estructuras mencionadas.

La primera de ellas, la instalación, alude a que la verdad le resulta familiar al ser humano, dado que ante verdades establecidas se siente como en la familiaridad del hogar, lo que puede denominarse como un oikos de la inteligencia, donde cada quien se instalada de un modo distinto según su propia inteligencia (Ellacuría, 2006b) quedando unido a los demás por el carácter público de la verdad. Es ahí donde el mundo, comprendido como conjunto de verdades establecidas, posee un carácter tópico que gravita sobre la inteligencia.

De esta manera “la verdad se apodera así del hombre instalándole en un mundo que es el resultado del espíritu anónimo” (Ellacuría, 2007d, p. 275), pues el hombre se mueve en un conjunto de verdades, donde lo propio de la verdad es estar ahí, como topicidad.

Posteriormente, la instalación da paso a diversas configuraciones, “por ello, toda verdad decanta en el hombre, además de tal o cual contenido determinado, la experiencia y el tipo de experiencia que es propio de cada contenido” (Ellacuría, 2007d, p. 275). Según Ellacuría, esta experiencia permite la configuración del ser humano, al crear una mentalidad que es la muestra del apoderamiento del hombre por parte de la verdad (Ellacuría, 2006b). Finalmente, la posibilitación, realizada en forma de tradición, no debe comprenderse más allá de la simple transmisión generacional de la verdad, sino como la entrega de un sistema de posibilidades para encontrar y descubrir la realidad.

Para Ellacuría la clave radica no en la verdad transmitida, sino en lo que en ella se encuentra, es decir, en lo que posibilita, en lo que como verdad ha de realizarse, pues se transmite más que la verdad misma, algo que incluso el transmisor aún no ha descubierto. Por ello esta transmisión es mayéutica, un modo de nacer la verdad en quien la va a conocer, por tanto, “la transmisión y la mayéutica para ser estricta tradición han de acompañarse con una tercera característica: la de ser recreación por historicidad” (Ellacuría, 2007d, p. 277).

Los elementos abordados en este apartado, especialmente los relacionados a la afectación del hombre por la verdad en sus estructuras, se encuentran en clara continuidad con la dimensión de historicidad de la verdad. En su conjunto permiten comprender cómo Ellacuría visualiza y construye las bases de su visión de historicidad, comprendida más allá del paso de realidades, sino como lo que queda en lo que pasa, es decir en las posibilidades decantadas en el enfrentamiento con la realidad.

Con ello, de la mano de Zubiri, Ellacuría supera el aspecto lógico de la verdad, para dar el paso a su valor histórico, elemento de fundamental importancia para comprender el vínculo de la verdad con la realidad histórica.

3. Verdad y realidad histórica

Tal como lo hemos mencionado, no existe una ruptura total con la filosofía de Zubiri, pero tampoco una simple aplicación de sus tesis a la realidad latinoamericana, sino una propuesta original construida sobre la base de la aprehensión. El respaldo de nuestra postura encuentra su asidero en la propuesta de interpretación elaborada por Juan Antonio Nicolás, cuya perspectiva ofrece dos aportes significativos al desarrollo de nuestra investigación.

En un primer momento, tal como Nicolás lo dice (2004), cabe afirmar que Ellacuría en clara continuidad con Zubiri, presenta una noción de verdad sustentada en la aprehensión primordial de realidad, la cual remite al núcleo fundamental de la intelección. Por esta razón, la verdad real no puede concebirse como una mera construcción subjetiva, sino que es la comparencia misma de lo real.

Con ello Nicolás apunta a un aspecto de fundamental importancia de la verdad real: su ubicación en el nivel originario, permitiendo una conexión con lo real que será el fundamento de toda reflexión teórica. Esto significa que desde la aprehensión se tiene acceso a la verdad de lo real que se hace presente en la intelección, siendo la estructura de lo real la que determina la actualización y verdad de la intelección.

De acuerdo con este autor, los presupuestos anteriores nos permiten afirmar que Zubiri y Ellacuría comparten la implantación en la realidad, pero con claras diferencias en su posicionamiento, al otorgarle prioridad a aspectos diferentes. Para el primero la experiencia de la impresión de realidad abre paso a la presión originaria de lo real, en un marco de universalidad, mientras que para el segundo no todo factum ejerce presión del mismo modo ni en los mismos escenarios, por lo que su reflexión permitirá un análisis de las diferentes formas y modos de presión de lo real sobre los colectivos humanos (Nicolás, 2016).

En un segundo momento, e íntimamente ligado a lo anterior, Nicolás (2009) apunta a que la noción de verdad es de naturaleza experiencial, pues ante la implantación en la realidad, ha de asumirse una toma de partido, es decir una opción racional iluminada por la situación real. Esta, en el caso de Ellacuría, debe tomar en cuenta la situación de las poblaciones más vulnerables, aspecto que conlleva una dimensión eminentemente práctica de la verdad.

Estos criterios son la base para sostener que existe una clara y profunda relación entre la verdad y la realidad histórica.

Para comprender esta tesis, debemos recordar que de acuerdo con Ellacuría (2005a) la realidad histórica se comprende como la totalidad de la realidad intramundana, la cual es dinámica, estructural y dialéctica y que se ha ido desarrollando de manera gradual en lo que podría denominarse un incremento de realidad. Es donde la realidad es más suya y abierta, por lo que no se limita a la historia, sino que, desde una perspectiva eminentemente metafísica, hace alusión directa a lo que pasa en la realidad cuando entra en contacto con el hombre, la sociedad y la historia misma.

Esta original categoría unifica tanto lo material como lo formal de la realidad, aspecto que permite comprenderla como la unidad procesual de lo real, en donde lo superior asume lo inferior sin anularlo, esta visión estructural de la unidad de lo real integra las consideraciones tanto talitativas como trascendentales, por lo que es necesario enfatizar que la aproximación a la realidad histórica solamente es posible a través de conceptos que den cuenta de su carácter respectivo – estructural y de su total concreción en la realidad (Ellacuría, 2009b).

A tenor de estos presupuestos, podemos hablar de una verdad de la realidad histórica. Se trata de una noción que debe descubrirse en el dinamismo de la realidad en todas sus dimensiones, incluyendo componentes, tanto personales, como sociales, políticos y económicos. No es una verdad prefijada de antemano, descubrirla, comprenderla y orientar la praxis a partir de ella es la clave para comprender el proyecto de Ellacuría de construir una filosofía realmente liberadora.

Esto nos lleva a analizar tres aspectos claves de la verdad ellacuriana: su fundamentalidad, su comprensión como una tarea a realizar y su vínculo con la función liberadora de la filosofía. Tal como detallamos a continuación.

3.1. Verdad real como voluntad de fundamentalidad

Para comprender la visión y papel que cumple la verdad en el pensamiento maduro de Ellacuría y su relación directa con la realidad histórica, es necesario aclarar primeramente su fundamentalidad.

En un texto publicado en 1986 titulado Voluntad de fundamentalidad y voluntad de verdad: conocimiento-fe y su configuración histórica, Ellacuría analiza con profundidad el papel de la verdad.4 Desde su perspectiva, “la verdad real no es otra cosa que la realidad actualizada en la inteligencia” (Ellacuría, 2001a, p. 121), aspecto que permite identificar la voluntad de ser con la voluntad de verdad, pues el hombre, según Ellacuría, posee voluntad de verdad real, ya que en la intelección la realidad se encuentra presente en un hacia, lanzando al ser humano a tener que idear y realizar múltiples procesos intelectivos.

De forma que la verdad real abre dos posibilidades: reposar sobre las ideas en sí mismas, haciendo de ellas la verdadera realidad o, por otro lado, dirigirse a la realidad misma, tomando las ideas como órganos que facilitan o dificultan el hacer presente la realidad en la inteligencia. Tal como lo afirma Zubiri, “guiada por las cosas y su verdad real, la inteligencia entra más y más en lo real, logra un incremento de verdad real” (Zubiri, 2012, p. 248).

Por tanto, el hombre debe optar por una de las dos posibilidades anteriores a través de un acto de la voluntad. Por consiguiente, se puede tener voluntad de ideas o en un nivel más radical, voluntad real, aspecto que tendrá consecuencias tanto intelectuales como éticas. Con ello, Ellacuría avizora el compromiso que el ser personal adquiere en su búsqueda de la verdad.

Este punto es de vital importancia, pues nos permite visualizar cómo para Ellacuría, la voluntad de verdad no se limita a un acto meramente intelectivo, sino que se trata de una búsqueda, que implica la opción con miras a la configuración del ser personal.

En consecuencia, optar por la voluntad de verdad real equivale a una configuración particular del ser, implica un proceso diverso de posibilidades de realización del ser entero, porque “el ir siendo conformado opcionalmente por nuevas verdades reales, sobre todo cuando éstas hacen presente una verdad- fundamento y arrastran hacia una entrega asumida personalmente, supone una radical configuración de la propia personalidad” (Ellacuría, 2001a, p. 123).

En el fondo de estas tesis de raigambre zubiriano, subyace una idea fundamental, dado que para Ellacuría (2001a) lo importante radica en la actualización de la realidad, ya sea como simple realidad-objeto o como realidad–fundamento. La primera alude a la posibilidad actualizada de simplemente ir a la realidad por la realidad, aspecto equivalente a una vida meramente teórica, mientras que la segunda remite a la realidad que es en y por sí misma, pero para mí, como modo fundamental de presencia, en cuya actualización se hace posible la constitución del ser entero en cuanto tal.

Es decir, corresponde a la actualización de la fundamentalidad en el ser personal, convirtiéndose en la verdad real del fundamento y de la persona misma, de forma que es fundamentalidad por ser verdad real en su triple dimensión de manifestación, fidelidad y efectividad.

Por consiguiente, se posee la capacidad para reducir la realidad -fundamento a simple realidad-objeto, impidiendo que acontezca la fundamentalidad, por medio del rechazo a las opciones ofrecidas. Por tanto, para Ellacuría la voluntad de verdad es voluntad de fundamentalidad, como elemento clave de la configuración del ser personal.

En este aspecto podemos afirmar que Ellacuría va más allá de Zubiri, al afirmar que,


La voluntad de fundamentalidad es intrínsecamente opcional como lo es la voluntad de no fundamentalidad. Hay realidades que se me pueden presentar y aun se presentan inexorablemente como realidad-fundamento […] se trata de caso como los de la relación personal e incluso de casos que podríamos llamar colectivos, por ejemplo, el caso de las mayorías populares o de los pobres en la teología de la liberación. Puede, en primer lugar, que una realidad-fundamento no se me presente claramente como tal por presiones ideologizadas; en segundo lugar, puede que se me presente como tal, pero que yo la reduzca deliberadamente a realidad- objeto […] pero, en tercer lugar, puedo deliberadamente aceptar la realidad-fundamento como realmente fundamentante de mi ser entero. (Ellacuría, 2001a)


Esto significa que la voluntad de verdad implica un discernimiento crítico con miras al descubrimiento del verdadero fundamento, el cual en no pocas ocasiones se encuentra oculto o ideologizado. Ellacuría es taxativo al expresar que la situación de marginación y exclusión que experimentan las mayorías empobrecidas de América Latina son la manifestación de dicha fundamentalidad.5 Por lo que en la lucha por su transformación se realiza la configuración del ser personal.

Estos presupuestos son la base para dar el paso al análisis de la verdad como discernimiento y tarea, en la filosofía de Ellacuría.

3.2. La verdad como discernimiento y tarea

En la filosofía madura de Ellacuría, la voluntad de fundamentalidad propia de la verdad real se convierte en un eje que atraviesa todo su pensamiento, tal vez no de manera explícita, a través de conceptualizaciones y análisis, sino de forma implícita, convirtiéndose en un pilar que estructura toda su propuesta liberadora.

Por ello, debe tomarse en cuenta que a Ellacuría no le interesa elaborar un tratado teórico sobre la verdad, sino que a lo largo de sus textos enriquece la fundamentalidad propia de la verdad real al colocarla en íntima relación con la realidad histórica y la praxis.

En consecuencia, si recordamos que la realidad se nos revela mientras se va realizando, “esta realidad así revelada se convierte en verdad histórica” (Ellacuría, 2009a, p.257). Quiere decir que la verdad no es algo hecho de antemano, sino que hay que descubrirla y hacerla en un claro vínculo con el proceso histórico.

Este descubrimiento de la verdad en la realidad histórica puede comprenderse como lo que Ellacuría denomina una inteligencia histórica, es decir, una inteligencia situada en un contexto particular, pero tomando la situación desde el todo de la realidad, desde una clara perspectiva teórica, pero también práctica (Ellacuría, 2005b). Este marco de ultimidad y totalidad que ofrece la realidad histórica lleva a la verdad de la realidad y a la verdad de su interpretación. De esta forma “el carácter radical de la historicidad de la verdad hay que ponerlo en ese ir dando más de sí de la realidad, tanto en sí mismo como en su actualización en la inteligencia humana (Ellacuría, 2001b; 2009b). Por consiguiente, para Ellacuría, la realidad así revelada se convierte en verdad histórica.

De modo que no se trata de ejecutar o realizar lo que se conoce previamente, “sino hacer aquella realidad que, en juego de praxis y teoría, se muestra como verdadera” (Ellacuría, 2005a, p. 89). De manera que verdad y realidad se descubran y construyan en la complejidad de la historia, en su constante dar de sí. Dicho de otra forma, lo que se ha de realizar en la praxis, debe estar conformado por la realidad dinámica de las cosas, comprendiendo el verum como faciendum, “pues solo en esa realización, en ese darle realidad, puede hablarse plenamente de verdad” (Ellacuría, 2001b, p. 71).

Por consiguiente, la filosofía debe ubicarse en el lugar en que mejor se aprecie la realidad, pues se trata de un dinamismo de la razón que intenta comprender y esclarecer la realidad histórica. A partir de la constatación de una situación concreta de injusticia (Santos-Gómez, 2016).

Se trata de una tarea crítica e innovadora, que se descubre y orienta desde el hilo de la verdad real, donde las constantes actualizaciones de lo real en la historia permiten el enriquecimiento de la verdad, e incluso de la bondad y también de la belleza (Ellacuría, 2001b). De acuerdo con Romero-Cuevas, “para Ellacuría esta opción implica la elección de ese lugar que da verdad, esa posición en la estructura social desde la cual es factible la clara aprehensión del escándalo moral implicado por el sostenimiento y reproducción de dicha estructura” (2006, p. 460).

Esto permite hablar de una visión de la verdad de orden operativo (Ellacuría, 2001c), concebida no como ausencia de error, sino como presencia plena de la realidad, la cual se comprende plenamente a partir de su relación con la función liberadora de la filosofía.

3.3. Verdad y función liberadora de la filosofía

Los presupuestos anteriores nos permiten comprender que la visión de filosofía de Ellacuría debe reunir tanto los elementos de orden teórico, como los prácticos, a causa de que en la realidad las diversas manifestaciones ideológicas de la filosofía no han permitido la producción de una auténtica filosofía latinoamericana, que parta de su realidad histórica. Se trata de ofrecer un aporte que integre ambas dimensiones, pero en un horizonte de universalidad, que permita dilucidar la función que en un momento real le compete a la filosofía (Ellacuría, 2005c).

En este horizonte, la filosofía debe tomar una posición crítica ante la ideología dominante, combatiendo, su sentido peyorativo expresado en la ideologización. Recordemos que para Ellacuría la ideología se comprende como un conjunto sistemático de ideas que expresan el pensamiento de un autor o conjunto social. “Se trata de distintas y diversas visiones de mundo, que cohesionan, integran y hacen posible la vida social” (Rojas, 2015, p. 72). Razón por la que se considera un fenómeno de naturaleza ambigua, al poseer elementos tanto positivos como negativos (Función liberadora).6

De acuerdo con Ellacuría, la ideología no es un fenómeno accidental en la vida humana, puesto que, a lo largo de su desarrollo biológico, el ser humano ha utilizado su inteligencia para independizarse del medio y mantener control sobre éste. Por lo que no es de extrañar que la inteligencia humana recurra a la instancia ideológica, como un factor viable para garantizarse su supervivencia en su entorno.

El problema radica cuando la instancia ideológica no presenta la realidad tal cual, sino que la enmascara con miras a satisfacer intereses particulares o a beneficiar a un grupo determinado, particularmente a los que ostentan el poder, esto en detrimento, de las mayorías populares y empobrecidas (Carrera, 2020a). Este ocultamiento de la realidad a partir de intereses particulares es lo que Ellacuría denomina ideologización, el cual representa la dimensión peyorativa y negativa de la ideología.

Para Ellacuría “la ideologización añade a la ideología el que inconsciente e indeliberadamente se expresen visiones de la realidad, que lejos de manifestarla, la esconden y deforman con apariencia de verdad, en razón de intereses que resultan de la conformación de clases o grupos sociales y /o étnicos, políticos, religiosos, etc.” (Ellacuría 2005c, p. 98). Dicho en otras palabras, “el elemento ideologizador de un pensamiento estaría, por tanto, no propiamente en su contenido, sino en lo que ese contenido tiene de relación con una determinada situación o con una determinada acción” (Ellacuría, 2001c, p. 125).

En un texto de madurez titulado Utopía y profetismo desde América Latina, Ellacuría 2000) señala la gravedad de las implicaciones de la ideologización. Al afirmar que, en una sociedad política y económicamente injusta se desarrollará una ideología justificadora con miras a su mantenimiento, generando presiones implícitas y relaciones objetivas con las cosas y las personas. Estas desviaciones de la ideología se relacionan, en la mayoría de los casos, con procesos de dominación y subordinación, donde el plano económico es el más evidente, aunque pueden existir otras expresiones.

Un ejemplo de estas situaciones se encuentra presente en la situación de opresión que el primer mundo realiza sobre las poblaciones más vulnerables de América Latina, por medio de la imposición de un orden económico y político estructuralmente injusto, el cual es promovido a través de la imposición de pautas culturales ideologizadas que fomentan la dependencia hacia dicho sistema, estrategias, que en términos de Ellacuría, reflejan ocultamiento y opresión.

Desde estos parámetros podemos comprender que, para Ellacuría, a la filosofía le compete analizar de manera crítica aquellas visiones, que con apariencia de verdad, esconden y enmascaran la realidad, aspecto que conlleva una visión totalizadora, interpretativa y justificativa de una determinada realidad, para mirar de manera crítica sus elementos de falsedad e injusticia.

En este contexto la filosofía no debe ser un arma de ideologización, pues su labor crítica nace de su histórica insatisfacción, reconociendo las fisuras de los planteamientos ideologizados y luchando contra las demagogias con miras a la consecución de una racionalidad objetiva. De manera que se distinga por la búsqueda de fundamento, de lo último y totalizante, para combatir aquello que falsamente quiera posicionarse como fundamento de la realidad (Ellacuría, 2005c).

Con la finalidad de coadyuvar con la función crítica de la filosofía, Ellacuría propone la historización de los conceptos como un criterio fundamental para verificar en la historia la verdad o falsedad de los contenidos del discurso ideológico. “La historización consiste en ver cómo se está realizando en una circunstancia dada, lo que se afirma abstracto” (2001d, p. 217).

Este método posee como principal objetivo la revisión crítica de las categorías con las que se construye el discurso filosófico, teológico o político. Su comprensión implica tomar en cuenta elementos (Ellacuría, 2009c):

La verificación histórica, la cual permite comprobar si lo que se ha dicho en abstracto se cumple en la realidad; la puesta en marcha de un concepto en una praxis histórica concreta permitirá dilucidar lo que ofrece o esconde; cuando un concepto ha sido invalidado por su puesta en marcha en la historia, no hay espacio a los argumentos que comprendan dicha invalidación como un acto aislado.

La historización implica además sobrepasar tres niveles claves: el de la intencionalidad, pues los principios ideológicos poseen efectos reales y rigen comportamientos reales; el de los fenómenos, ya que en estos la realidad se manifiesta solamente de manera parcial y el de la pseudo concreción, esto significa comprender que todas las realidades se encuentran conectadas entre sí.7

De acuerdo con Romero-Cuevas, “con sus reflexiones teóricas sobre la historización, Ellacuría ha imprimido un sentido específico a dicho término, que hoy en día no cabe considerar la categoría de historización sin afrontar el significado preciso que recibió del pensador vasco-salvadoreño” (2016, p. 52).

De acuerdo con Ellacuría (2005c) contrastar las construcciones teóricas con la realidad histórica, por medio de la historización, enriquece radicalmente las categorías filosóficas. Facilitando nuevas formulaciones que logren relacionar la ultimidad metafísica con las realidades sociales, políticas e históricas.

Puesto que su historización es un enriquecimiento a la ultimidad de la filosofía, al otorgarles una nueva luz, a través de planteamientos teóricos no fijos, sino procesuales, los cuales actuarán como respaldo y momentos teóricos de la praxis histórica.

Quiere decir “que desde esta perspectiva se abre un campo propio a la labor estrictamente filosófica como forma teórica de enfrentarse con la realidad para iluminarla, interpretarla y transformarla” (Ellacuría, 2005c, p. 105), teniendo como hilo conductor la tarea de discernir la verdad de la realidad histórica. De acuerdo con Beorlegui este es uno de los principales rasgos de una autenticidad de la filosofía de la liberación, la cual debe favorecer un enfrentamiento con la realidad, para alcanzar su transformación. Dado que “su pensamiento surge de un dejarse interpretar por la realidad histórica, haciendo de ella el objeto de su filosofía” (Beorlegui, 2010, p.103).

Lo analizado hasta este momento nos permite tener claro que la función liberadora de la filosofía debe orientarse por las situaciones propias de cada época histórica, como una labor concreta, cuyo desempeño será particular según el contexto y coyuntura histórica, razón por la que no puede realizar de manera abstracta. De acuerdo con Marcela Brito “la filosofía, en su momento de crítica y creatividad, no puede pretender prescribir soluciones sin estar fuertemente arraigada en la realidad a la cual debe responder, so pena de caer en ideologizaciones y en fetichizar la idea de intelectualidad” (2020, p. 17).

En términos de Ellacuría “hay que determinar previamente el qué de la liberación, el modo de la liberación y el adónde de la liberación” ( 2005c , p. 108). De manera que la anticipación y la comprobación sean la clave para alcanzar una filosofía realmente original y de carácter liberador.

Estos argumentos le permiten a Ellacuría expresar la necesidad de posicionarse teóricamente en el terreno de la contradicción principal, para ser verdaderos en la tarea de la liberación. Esto implica situarse en el lugar de la verdad histórica y en el lugar de la verdadera liberación (Ellacuría, 2005c).

Alcanzar este lugar-que-da-verdad significa determinarlo como un momento de discernimiento teórico y un momento de opción iluminada, que conlleva volverse a la historia presente desde una perspectiva crítica, con la finalidad de determinar tanto las fuerzas dominadoras como las liberadoras. Es una elección de la libertad como lugar privilegiado de la realidad y de la realización humana, esto debido a su alto potencial teórico. En términos de Ellacuría “el momento opcional, que busca ese lugar-que-da-verdad y que hace verdad, no debe ser ciego sino iluminado” (Ellacuría, 2005c).

Por esta razón la historia no se comprende como maestra de vida, sino como maestra de verdad, pues el lugar desde donde se filosófa, es para Ellacuría un espacio que puede denominarse como excluyente y que implica recursos concretos, además de que,


Cuando la filosofía sea auténtica filosofía, como ejercicio específico del pensar humano, y sea auténtica por ponerse a la búsqueda de una verdad que realmente libere de lo que realmente oprime y reprime, desde ese lugar que es de por sí privilegiado para esa tarea y al servicio de las fuerzas sociales que la propugnan, se habrá convertido plenamente en lo que debe ser. (Ellacuría, 2005c, p. 118)


Desde esta perspectiva, la filosofía debe ser entonces un momento privilegiado de la praxis verdadera, orientada por la búsqueda del lugar -que- da- verdad, el cual para Ellacuría es la realidad de la mayorías empobrecidas de la América Latina, aspecto que nos permitirá introducirnos en la dimensión ética de su pensamiento.

4. Conclusiones

La base metafísica sobre la que Ellacuría construye su pensamiento es de vital importancia para comprender su filosofía de la liberación; una lectura que omita los presupuestos zubirianos de su obra caería en reduccionismos o en la asimilación inexacta de sus principales preocupaciones. Aspecto por el que nos parece necesario recalcar que Ellacuría realiza su labor intelectual sobre una plataforma zubiriana, pues es en el marco de la aprehensión donde llega a un nivel primario, a partir del cual va a generar su propuesta.

Este nivel, fruto de su implantación en la realidad, aunque es el resultado de una aprehensión de orden zubiriana, es completamente distinto al de su maestro. Mientras que Zubiri descubre la presión de lo real, Ellacuría va más allá, llegando a descubrir la asimetría presente en la realidad, en otras palabras, una presión de lo real que no es igual en todos los sectores y escenarios de la realidad.

Esta es la verdad de la realidad que orienta la labor filosófica de Ellacuría, una verdad, que por ser parte de la realidad histórica, debe visualizarse también de una manera procesual, nunca estática ni determinada de antemano. Por eso, en el Rector de la UCA, esta categoría implica discernimiento, por lo que ha de buscarse en la realidad.

La verdad real, la verdad de la realidad histórica es la clave epistemológica para comprender la esencia del proyecto de Ellacuría, una filosofía liberadora, elaborada sobre una sólida plataforma metafísica, con una clara orientación a descubrir la verdad de la realidad en cada uno de sus momentos procesuales. En los años setentas y ochentas, Ellacuría afirma que esta verdad se encuentra en la situación de opresión de las mayorías populares de América Latina, como expresión de un sistema estructurado injustamente. Fruto de ello es su reflexión sobre la historización de los derechos humanos y la propuesta de la civilización del trabajo y la pobreza.

Fuentes consultadas

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Fecha de recepción: 12 de enero de 2024

Fecha de aceptación: 17 de febrero de 2024


DOI: https://doi.org/10.29092/uacm.v21i55.1089



1 Es importante tomar en cuenta que para Zubiri el término inteligir alude formalmente a la aprehensión de lo real como real y el sentir corresponde a aprehender lo real en impresión. Desde su perspectiva no existe una separación entre el sentir humano y la intelección, “sino que constituyen dos momentos de un solo acto de aprehensión sentiente de lo real: es la inteligencia sentiente” (Zubiri, 2011, p. 12). Este presupuesto es asimilado por Ellacuría desde las formulaciones esbozadas por Zubiri en los años sesenta y será de gran importancia en la construcción de su propio pensamiento.

2 En el capítulo VII de Inteligencia sentiente-inteligencia y realidad, Zubiri desarrolla con madurez el análisis de la verdad en el marco de la intelección sentiente. Afirma que es la actualización de lo real la que añade su verdad, al inteligir lo que la cosa es. De manera que la verdad no añade nada a las notas de la cosa real, solamente su mera actualización. Por lo que debe comprenderse como un momento de la actualización: “la verdad es pura y simplemente el momento de la real presencia intelectiva de la realidad” (Zubiri, 2011, p. 231). A pesar de la importancia de estas tesis, en nuestra investigación no desarrollamos este texto, ya que centramos nuestra atención en los insumos zubirianos que influyen directamente en la construcción de la postura de Ellacuría sobre esta temática.

3 En lo relacionado al curso de Zubiri El hombre y la verdad, Ellacuría elabora un resumen y un esquema, recordemos que en esta etapa concreta de su pensamiento la preocupación principal gira en torno a la explicitación de las tesis zubirianas. Por ello aunque en estos insumos, a diferencia de sus textos posteriores, no se visualiza una interpretación completamente original en torno a la verdad real, debemos apuntar que su aporte particular gira en torno a la sistematización del pensamiento de su maestro, evidenciando una comprensión plena de sus ideas sobre esta temática.

4 En este artículo, Ellacuría analiza detenidamente el texto titulado El despliegue del problema de Dios, el cual corresponde a un material mecanografiado utilizado por Zubiri para dictar su curso en Roma en 1973. En el estudio de este insumo, Ellacuría a diferencia de lo planteado en el apartado anterior, presenta una perspectiva original, trascendiendo el simple comentario para abrir espacio a la interpretación.

5 En otros textos Ellacuría dará un paso más al afirmar que estas mayorías son la verdad de un primer mundo, orientado por el consumismo y el deseo de poder.

6 Ellacuría, I. (s/f). Función liberadora de la filosofía. pp. 99-100.

7 Para una profundización del método de historización de los conceptos véase Carrera 2020b.

* Docente e investigador adscrito a la Escuela de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica. Miembro del equipo editor de las obras completas de Ignacio Ellacuría. Correo electrónico: randall.carrera@ucr.ac.cr

Volumen 21, número 55, mayo-agosto de 2024, pp. 25-47
ISSN versión electrónica: 2594-1917
ISSN versión impresa: 1870-0063